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Visita los emoticonos en Japón

Japón es un país cada vez más popular y accesible para los turistas del mundo occidental. Los que nos conocéis sabéis que nos apasiona y que intentamos viajar al país del sol naciente siempre que podemos. Tokyo es una ciudad única y vibrante, Kyoto posee los templos y jardines más bellos que hemos visitado, la cultura japonesa nos entusiasma y qué decir de la gastronomía. Los atractivos de Japón son innumerables. Esta vez, os proponemos echar un vistazo a vuestro móvil y los emoticonos de los chats y, aunando viaje y tecnología, visitar los propios emoticonos en Japón.

Si te fijas bien en los emojis de tu móvil, verás que muchísimos de ellos hacen referencia a la cultura japonesa. De hecho, hasta hace no muchos años, eran algo exclusivo de los móviles japoneses. Algunos simbolizan estados de ánimo, otros objetos, otros el clima, animales, platos de comida o lugares. Nos centraremos en estos últimos y os demostraremos que podéis visitar muchos de ellos cuando viajéis a Japón.

 

Fuji-san o monte Fuji es la montaña más alta de Japón y uno de los símbolos principales del país. En los meses más fríos del año es típico verlo con nieve en la cumbre. Eso sí, en la visita el factor suerte jugará un papel ya que muchas veces no puede verse por la niebla. Para los montañeros que viajen en verano es posible su ascensión. Para los no tan intrépidos, es muy recomendable la visita al Parque Nacional de Fuji-Hakone-Izu. Apenas a hora y media de Tokyo es una bonita excursión de día o fin de semana.

Mount Fuji emoji

Monte Fuji
Monte Fuji

Seguro que muchos de vosotros os pensábais que el siguiente emoticono es la Torre Eiffel de París. Pero si lo miráis atentamente, es rojo y la estructura algo diferente. Cierto que la inspiración viene de Eiffel, pero esta torre se encuentra en Tokyo y es el segundo edificio más alto de la ciudad. Se construyó en 1957 como torre de telecomunicaciones, en rojo y blanco de acuerdo a las normas de aviación y es 8.6 metros más alta que la Torre Eiffel. Cuando la señal de TV pasó de ser analógica a digital la Torre de Tokyo resultó insuficiente para la ciudad y construyeron otra torre en 2012 aún más alta, la Skytree. Hoy en día, subir la Torre de Tokyo en busca de vistas panorámicas es una de las atracciones de la ciudad.

Tokyo Tower emoji

Torre de Tokyo
Torre de Tokyo

El siguiente emoji refleja cómo son los castillos tradicionales japoneses, contruídos en piedra y madera; de hecho, el emoticono es muy parecido al Castillo de Osaka. Si os fijáis en el móvil, a su derecha aparece un icono que representa los castillos europeos.

Japanese Castel emoji

Castillo de Osaka
Castillo de Osaka

¿Alguna vez os habeís planteado que significan los 3 monos del what’s up? En realidad son «Los 3 monos de la sabiduría» y se encuentran desde hace siglos en una famosa escultura en el santuario de Toshogu en Nikko.

El que se tapa las orejas, que se utiliza a menudo para expresar que no quieres escuchar, se llama Kikazaru. Forma la primera parte del proverbio centenario «no oigo lo que no debe ser oído», «no digo lo que no debe ser dicho», «no veo lo que no debe ser visto».

El que se tapa la boca, que utilizamos para expresar que no queríamos o no queremos decir algo, se llama Iwazaru. Forma la segunda parte del proverbio centenario «no oigo lo que no debe ser oído», «no digo lo que no debe ser dicho», «no veo lo que no debe ser visto».

Y el que se tapa los ojos, para expresar que no queremos o queríamos ver algo, se llama Mizaru. Forma la tercera parte del proverbio centenario «no oigo lo que no debe ser oído», «no digo lo que no debe ser dicho», «no veo lo que no debe ser visto».

Si queréis verlos con vuestros propios ojos, a sólo 2 horas en tren de Tokyo podéis visitar el entorno natural de Nikko, que a parte de por los templos y santuarios, es conocido por sus alojamientos con onsen y sus cascadas y parajes naturales que conforman el parque nacional.

"No oigo lo que no deber ser oído"

"No digo lo que no debe de ser dicho"

"No veo lo que no debe ser visto"

Tres monos de la sabiduría
Tres monos de la sabiduría

El siguiente icono hace referencia al shinkansen, o lo que es lo mismo, la línea ferroviaria de alta velocidad de Japón. En vuestro viaje a Japón, si queréis moveros por diferentes zonas del país, resulta indispensable adquirir el Japan Rail Pass. Es un pase de 7-14 o 21 días para viajes ilimitados en la mayoría de trenes del país. Es exclusivo para turistas y obligatorio adquirirlo en país de origen antes del viaje. Si compráis los billetes una vez en el país a precio de residente os resultará mucho más caro.

Shinkansen emoji

Shinkansen
Shinkansen

El icono de oficina de correos con la marca テes exclusivo del Servicio Postal Japonés.

Japanese post office emoji

Este emoticono que muestra un hotel con un corazón hace referencia a los love hotels.  Es un hotel típico de Japón que con la mayor discreción ofrece habitaciones por horas para tener relaciones sexuales. Cuando paseéis por Shibuya veréis muchísimos en la «colina de los love hotels».

Love Hotel emoji

El siguiente icono lo veréis en casi cada calle de todos los pueblos o ciudades que visitéis en Japón. Corresponde a los convini o los supermercados abiertos 24 horas, tipo 7-Eleven o FamilyMart. Ofrecen todo tipo de productos, comida, bebida, cosméticos, revistas… a buen precio y a cualquier hora.

Convenience Store emoji

Por último, la florecita de cerezo que aparece entre otros emojis de flores, tiene un significado muy importante y representativo de la cultura japonesa. La flor del cerezo o Sakura es símbolo de belleza y resulta muy popular en el arte japonés. En primavera, el florecimiento de los cerezos acontece a lo largo de todo el país, de sur a norte y para los japoneses, observar la belleza de estas flores durante unos días, el Hanami, resulta todo un festival.

Cherry Blossom emoji

Dublín: la laguna negra

¿Sabéis cuál es el origen del nombre de la ciudad de Dublín? En gaélico, “Baile Átha Cliath” proviene de “Dubh Linn”, siendo sus significados respectivamente «asentamiento del vado de cañizo» y «negra laguna».

Resulta interesante pensar que el nombre de la ciudad mantiene vivas las raíces gaélicas del país, pero resulta aún más interesante conocer la historia de la «laguna negra» o «Dubh linn».

Si habéis visitado Dublín, sabréis que como muchas otras ciudades, se encuentra dividida en dos zonas bien diferenciadas sobre todo a nivel socioeconómico: la zona norte y la zona sur. Quedan separadas por un gran río, El Liffey, que desemboca directamente en el mar de Irlanda. Este mar pertenece al Océano Atlántico por lo que según las mareas el río se ve afectado; cuando la marea es alta, el agua del río es salada. Antiguamente, este hecho hizo que los habitantes fueran en busca de agua potable hasta uno de los afluentes del Liffey, el río Poddle. Este río formaba una laguna justo antes de desembocar en el Liffey; es allí donde los vikingos en busca de agua dulce amarraban sus barcos y es en torno a esta laguna negra (dubh linn) donde se establecieron en campamento (longphort para los nativos) y crearon los orígenes de la actual Dublín sobre el año 838. Los vikingos, para asegurar el terreno inestable de en torno al río Liffey, construyeron una estructura ligera y movible de material vegetal entrelazado (baile áth cliath) que resultó ser también representativa para la ciudad.

Más tarde en la Edad Media, los normandos conquistaron la ciudad, la fortificaron y erigieron el castillo de Dublín. El río Poddle quedó al sureste del castillo formando parte de la muralla defensiva.

Poco a poco, con el crecimiento de la ciudad, el Poddle acabó siendo insuficiente. La laguna fue modificada y finalmente rellenada hasta desaparecer. A finales de la Edad Media, la mayoría del río Poddle ya había sido canalizado a través de tuberías subterráneas para permitir la expansión de la ciudad en la superficie.

Hoy en día, no queda nada de la laguna negra y del río Poddle apenas puede verse el tramo de la desembocadura en el Liffey cuando la marea está baja.

Los Bedul, habitantes de Petra

Como ya os contamos en nuestro post sobre Petra, una de los hechos que más nos sorprendieron y que más recordamos, fue el conocer a los Bedul, habitantes de Petra, beduinos de la antigua ciudad rosa.

Hoy en día, sólo quedan unos 1000 Bedul y lógicamente, se ganan la vida con el turismo. Son gente simpática y abierta como el resto de jordanos pero los indígenas de Petra tienen un carácter realmente particular. De espíritu abierto y alma libre, no se rigen por las leyes del islam y tienen una fuerte conexión con su tierra y sus iguales. Conversando con ellos, todos coincidían en que nunca se alejarían de sus orígenes, de su piedra, sus burros, sus familias y sus cuevas. Porque sí, a pesar de los intentos del gobierno de moverlos, viven en cuevas, pudimos comprobarlo con nuestros propios ojos. Cultivan sus propios alimentos, crían sus animales y pequeñas placas solares son suficientes para proporcionarles la energía que necesitan.

Haciendo un poco de historia, cuando Petra fue redescubierta por el mundo occidental en 1812 de la mano de J. Burckhardt, él y los siguientes se encontraron con los Bedul, los habitantes tradicionales del lugar. Fue después de la primera Guerra Mundial, que el entonces presidente transjordano Emir Abdullah se reunió con los líderes del pueblo Bedul. Les propuso el pago de una tasa a cambio de la territorialidad de Petra y alrededores, algo que ellos no podían permitirse, por lo que tuvieron que conformarse con el fideicomiso del gobierno a cambio del derecho de ocupación y uso de las tierras.

Mientras el interés internacional y turístico en Petra crecía exponencialmente durante el siglo XX, los Bedul continuaron con sus actividades tradicionales de pastoreo de cabras y labranza manual de trigo y cebada. Siguieron viviendo en tiendas hechas de lana de cabra, estructuras construídas en la roca o dentro de tumbas nabateas vacías. El impacto que esto último suponía sobre la preservación de los restos no era nada comparado con la masiva llegada de turistas a la ciudad arqueológica.

Otra cuestión que condiciona la existencia de los Bedul es su conflicto con los Lyathnah, una tribu vecina asentada en el pueblo de Wadi Musa, adyacente a la ciudad antigua de Petra, donde se encuentran todos los hoteles y facilidades para turistas. El boom turístico de las últimas décadas ha transformado el pequeño pueblo de Wadi Musa en un lugar de acogimiento para turistas repleto de hoteles, restaurantes, agencias de viajes y tiendas de souvenirs. Son los Lyathnah los que se han beneficiado de este boom sin permitir a los Bedul que participen. En la zona arqueológica incluso, los Lyathnah dominan el servicio de alquiler de caballos y las grandes tiendas y restaurantes. Los Bedul tienen que conformarse con la venta de souvenirs y refrescos en pequeños tenderetes ambulantes.

 

Ya a finales de los años 60, se desarrolló un plan de mejora para el Parque Nacional de Petra, que consistía en «reubicar» a los Bedul lejos de los monumentos nabateos. No fue hasta 1985 que el gobierno construyó un asentamiento para los Bedul en lo que hoy es el pueblo Umm Sayhun. Esto les proporcionó un mejor acceso a la educación y a la asistencia sanitaria pero los alejó de sus tierras de pastoreo y cultivo y del acceso directo al turista. Con el paso de los años, cada vez más familias Bedul se han movido a Umm Sayhun y han adaptado su estilo de vida. Sólo unos pocos indígenas han permanecido inamovibles y han resistido contra el cambio. Todavía pueden encontrarse algunas tiendas y cuevas habitadas escondidas en la ciudad de Petra.

En los años 90, la reina Noor y los miembros de Petra National Trust, alarmados por la construcción incontrolada de hoteles y facilidades en el entorno de Petra, solicitaron ayuda a la UNESCO. El conservacionismo y la promoción de la industria turística se encontraban ya llegando a su límite de convivencia. Tanto el plan que elaboró la UNESCO como Petra National Trust se decantaban claramente por la conservación histórica, conscientes de que el incremento de turismo a Jordania era inevitable, sobre todo después del histórico tratado de paz firmado entra Jordania e Israel en 1994. Su plan pretendía manejar el crecimiento cuidadosamente.

 

¿Cuál tenía que ser el papel de los Bedul en este conflicto? Históricamente siempre habían luchado por sus tierras, en 1923 se les garantizó el derecho de uso y residencia en ellas y el intento de reubicación no fue bien recibido entre ellos. Sin lugar a dudas, los Bedul siempre se han hecho escuchar y aparecen en los planes y en todas las discusiones sobre la gestión del problema. Pero como es conocido, una cosa son los planes y otra muy diferente lo que sucede en realidad. Desde el gobierno y la Petra National Trust se hizo en 1994 la propuesta de volver a mover a los Bedul de sitio alegando que Umm Sayhun se había convertido en un pueblo turístico de venta de artesanía. Pero, ¿cuántos indígenas quieren mover? ¿a dónde los quieres llevar? La participación en estas reuniones y planes de miembros Bedul es inexistente.

Desde las altas esferas reclaman la conservación del ecosistema natural de Petra, preservando el legado dejado por los nabateos. Pero ¿no son acaso los Bedul que labran sobre las tierras de cultivo antiguas, mantienen y utilizan los caminos que marcaron los nabateos y hacen fluir el agua por los sistemas de canalización del pasado?

Antes de que Petra fuera esculpida en las rocas, los beduinos poblaban esas tierras. Durante los años de esplendor de Petra, los beduinos estaban allí. Cuando con los terremotos la ciudad calló, los beduinos permanecieron allí. Sería algo desastroso, que las ansias de turismo y dinero, hagan desaparecen este pueblo.

Cuando vayáis a Petra, buscadlos, merece la pena conocerlos.

Murallas de Dubrovnik

El año pasado tuvimos la suerte de conocer «la perla del Adriático», la antigua Ragusa o lo que es lo mismo, Dubrovnik. De todas las ciudades amuralladas que hemos visitado, Dubrovnik ha pasado a ser nuestra preferida. Está situada en un enclave geográfico conflictivo, erigida sobre un promontorio rocoso, posada como una mariposa sobre el mar Adriático. Hoy en día, pertenece a la República de Croacia.

Esta pequeña ciudad antigua fue declarada en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Acoge, con motivos de sobra, a numerosos turistas cada año, sobre todo en verano. Posee una costa y playas espectaculares, clima agradable y buena gastronomía, gente cordial y acogedora; pero, si tuviéramos que elegir una sola cualidad de esta maravillosa ciudad, decidimos quedarnos con las Murallas. Está considerada una de las grandes fortificaciones de la Edad Media, ya que nunca fue violada por un ejército hostil durante este período de tiempo. Se trata de uno de los sistemas de fortificación mejor conservados de toda Europa, a pesar de la brutal guerra que tuvo lugar en tiempos modernos contra los serbios durante los cuatro años sucesivos a la declaración de independencia de Croacia en 1991.

Es una ciudad épica, escarpada, protegida, invencible… qué mejor lugar para representar escenas de una de nuestras series favoritas. Como la mayoría sabéis, Dubrovnik reproduce Desembarco del Rey y otros lugares en la popular serie Juego de Tronos.

Las Murallas de Dubrovnik tienen una longitud de casi 2km e incluyen cinco fortalezas y 16 torres y bastiones. Es un auténtico museo al aire libre, abierto durante todo el año y accesible para los visitantes a través de tres entradas: una junto a la pequeña iglesia de San Lucas, en la parte este; otra junto a la iglesia de San Salvador, justo tras entrar en el centro histórico por la puerta de Pile, y una tercera junto al Museo Marítimo y la fortaleza de San Juan.

Las murallas fueron construidas durante los siglos XII y XVII. De una altura considerable, en algunos puntos hasta los 25 metros, recorrerlas es una buena manera de disfrutar de la ciudad en su totalidad, con magníficas vistas a los reconstruidos (tras la guerra) tejados rojizos, los principales monumentos y calles del centro histórico y al imponente mar Adriático.

De las cinco fortalezas, tres forman parte de las murallas: Minčeta, Bokar y San Juan. La fortaleza Minčeta, situada en el norte, es el punto más alto y el símbolo de la defensa de Dubrovnik, por lo que en su torre ondea en todo momento la bandera de Croacia y, en verano, también la bandera «Libertas», lema y antiguo símbolo de la República de Ragusa. La fortaleza Bokar, también denominada «Zvjezdan» y situada en el suroeste, fue construida en el siglo XV para proteger el pequeño puerto, la fosa y el puente de Pile.

La primera torre tetragonal de la fortaleza de San Juan fue construida para proteger el puerto de los ataques procedentes del sureste; antiguamente desde ella se tendía la cadena que cerraba el puerto. Bajo la fortaleza de San Juan se encuentra el gran muelle con un faro: se trata del célebre Porporela, punto de encuentro de los enamorados, paseo y el lugar donde se bañan los habitantes del centro histórico.

Desde Porporela se puede observar la fortaleza Revelin, separada de las murallas, que protege la entrada oriental a la ciudad. Rodeada por un foso en tres lados y por el mar en el lado restante, era una zona de Dubrovnik especialmente difícil de conquistar. El interior y la terraza de la fortaleza se utilizan hoy en día como escenario y sala de conciertos. Desde Porporela también se ve la agradable isla de Lokrum, muy cerca, que os recomendamos visitar en excursión de medio o un día.

Para finalizar, como hemos mencionado al inicio, los habitantes de Dubrovnik son simpáticos y hospitalarios. Nosotros tuvimos muy buena experiencia alojándonos en el Peric Rooms Dubrovnik. Es una ciudad muy fácil para visitar. Además, hay mucha oferta de excursiones de un día en barco a las islas y playas vecinas. ¡Es un destino asegurado!