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Vang Vieng, el pueblo que ha recobrado la calma

Rumbo al norte, a tres horas en minibús de Vientián, se llega a Vang Vieng, un pequeño pueblo del que hace 5-10 años hubiéramos huido pero que ahora es uno de los lugares más bellos y divertidos de Laos.

Enclavado en plena naturaleza, a orillas del río Nam Song y entre montañas kársticas, Vang Vieng es un lugar ideal para pararse unos días y disfrutar del verde y de la calma de Laos, así como para practicar diferentes deportes de aventura en sus alrededores.

El problema fue hace unos años cuando se convirtió en la meca de los mochileros fiesteros. Adolescentes sobre todo ingleses, alemanes y australianos, en su año sabático previo a la universidad, llegaban a Vang Vieng con ganas de fiesta y muchas veces de sobrepasar todos los límites. A lo largo del río, decenas de bares vendían alcohol, los restaurantes preparaban batidos y pizzas condimentadas con alucinógenos y parece ser que era fácil y barato conseguir drogas. Así era como muchos de estos turistas se lanzaban en tirolinas desde las terrazas de los hostels o los bares, saltaban desde lo alto al río o practicaban el famoso «tubing» que consiste en bajar el río montado en un neumático. De esta manera, comenzaron a morir adolescentes ahogados, por traumatismos o infartados; en el año 2011 murieron 27. Fue entonces cuando saltaron todas las alarmas y desde el año 2012 se comenzaron a cerrar bares, controlar el tráfico de drogas y regular las actividades en el río.

Nosotros por suerte, hemos visitado Vang Vieng cuando todo eso ya forma parte de su triste pasado. Es un pueblo abarrotado de mochileros y por la noche tiene su fiesta, pero nada que ver con la que se debía de montar hace unos años. Uno de los sitios más populares es el Sakura Bar del que hemos visto camisetas durante todo el viaje por el sureste asiático, sobre todo en los sitios de más fiesta de Tailandia.

Otra curiosidad de su pasado es la explanada de asfalto situada en el extremo este del pueblo. Hoy en día un espacio vacío y lleno de socavones, sirvió entre los años 50 y 70 como pista de aterrizaje secreta de la CIA. Conocida como Lime Site 6, los americanos tuvieron una base en Vang Vieng que utilizaron para operaciones paramilitares encubiertas en el sureste asiático. A pesar de que durante la Guerra de Vietnam se acordó internacionalmente que Laos se mantendría neutral, los americanos temerosos de la expansión del comunismo, entraron también en guerra con Laos. Dirigida por la CIA y conocida como la Guerra Secreta se calcula que murieron unos 50.000 laosianos. Los americanos, cuando todo el mundo miraba a Vietnam, enrolaron a miles de campesinos laosianos (mayoría Hmong) para luchar contra el comunismo, los utilizaron y cuando perdieron la guerra los  abandonaron. Estos han vivido durante años escondidos en los bosques perseguidos por el ejército del gobierno.

Es muy fácil montarse unos días de aventura en los alrededores de Vang Vieng. Numerosas agencias ofrecen tours para practicar kayac, tubing, mountain bike, escalada, tirolinas, trekking o trayectos en globo. Nosotros preferimos ir por libre y alquilamos una moto para curiosear la zona por nuestra cuenta. Las carreteras y caminos son muy tranquilos y los paisajes espectaculares.

A 7 kilómetros del pueblo se encuentra la Blue Lagoon. Turística y no demasiado grande, merece igualmente la pena darse un chapuzón en sus frías agua azules. Además es punto de partida de la corta pero empinada ascensión a la cueva de Tham Poukham. Es una cueva que impresiona por sus dimensiones y que acoge en su interior la estatua de un buda reclinado. Visitamos todos estos sitios con nuestros amigos Mónica y John y con Café, el perro de la ONG con la que están ellos ahora colaborando.

A 6 kilómetros del pueblo hacia el este llegamos a la cascada de Kaeng Nyui. Con sus imponentes 34 metros de altura, viene precedida por varias caídas de agua menores a lo largo de un paseo por el bosque.

Recargados de naturaleza, nos preparamos para otro largo trayecto en minibús hacia Luang Prabang.

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