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Venecia, la ciudad de los puentes

Venecia, conforma un archipiélago que agrupa 118 islas, separadas por casi 200 canales, unidas a su vez por 455 puentes. Venecia, conocida popularmente como la ciudad de los canales, la veremos hoy como Venecia, la ciudad de los puentes.

Ya se han convertido en leyendas urbanas que es una ciudad que huele mal, cara o abarrotada de turistas. No sabemos de dónde surge esta mala prensa, porque nos resulta una ciudad llena de encanto, muy especial y que no decepciona cada vez que volvemos; al contrario, siempre tiene alguna sorpresa o curiosidad escondida para cada visita.

Ideal para visitarla un fin de semana, a ser preferible fuera de agosto y del carnaval (a nos ser que queramos vivir de pleno esta festividad claro) esta vez, lo que más ha llamado nuestra atención, son los puentes.

Siendo Venecia una agrupación de islas separada por canales, los puentes que las unen hacen la ciudad transitable para el viandante. Puede decirse que es una ciudad enteramente peatonal. El transporte por los canales es algo cotidiano para los venecianos, en embarcaciones colectivas conocidas como vaporettos o ya de manera más glamurosa en las románticas góndolas. Pero cuando la recorres a pie, paseando sin rumbo por las callejuelas del centro histórico, son los puentes los que te permitirán moverte a través de las islas principales que conforman la laguna de Venecia, en el norte del mar Adriático. Estas calles parten todas del canal principal conocido como el Gran Canal.

Cuando llegas a Venecia en coche o en autobús, el último tramo del trayecto hasta la Piazzale Roma que es el inicio de la ciudad, se hace a través del gran Puente de la Libertad, que dispone también de vía de ferrocarril. Ya en la Piazzale Roma, se encuentra el primero de los cuatro puentes que atraviesan el Gran Canal: El Puente de la Constitución o Puente de Calatrava. Para hacer honor a su nombre (el segundo) es un puente que desentona bastante con el estilo veneciano y que ha estado siempre envuelto en polémica por los incómodo y peligroso que resulta para los viandantes. Es la vía de acceso a la Estación de trenes de Santa Lucía.

Siguiendo con los puentes que atraviesan el Gran Canal, muy cerca, se encuentra el Puente de los Descalzos, compuesto por un solo arco, hecho totalmente de piedra de Istria, sustituyó a uno anterior de metal. Después, continuando por el Gran Canal, se encuentra el Puente de Rialto, probablemente el más famoso de la ciudad y el más antiguo de los cuatro. El diseño de Antonio da Ponte, en el siglo XVI, con un solo arco, se inspiró en el anterior puente de madera, que se había derrumbado años atrás. A cada lado de las dos rampas, se contruyeron una fila de cubículos que se utilizan como tiendas.

El último de los cuatro es el Puente de la Academia, cercano a la Academia de Bellas Artes y fue construido igual que el de los Descalzos por Eugenio Miozzi en el siglo XX, esta vez predominando la madera sobre la piedra.

Fuera de estos cuatro grandes, como hemos dicho antes, cientos de puentes unifican las calles de la ciudad, algunos de ellos de gran belleza, otros con curiosas historias y anécdotas.

Uno de los que resultan más bellos para el turista es el Puente de los Suspiros, muy cerca de la plaza de San Marcos. No es un puente de paso pero resulta inevitable fotografiarlo y contemplarlo a cierta distancia desde el Puente de la Paja, mientras se recuerda con tristeza la historia que le dio nombre. Este puente une el Palacio Ducal con la antigua prisión de la Inquisición y debe su nombre a los suspiros que dejaban escapar los presos al pasar por él, sabedores de que podría ser la última vez que vieran la luz del sol. El puente es obra de Antonio Contin, curiosamente sobrino de Antonio da Ponte.

El Puente de los Tres Arcos es único por la singularidad que su nombre indica. Estéticamente de gran belleza plástica se ha retratado sobre muchos lienzos pero resulta poco cómodo para el tráfico por los canales. Está situado sobre el Canal de Cannaregio, en el sestiere del mismo nombre y si se toma el vaporetto 24, 41, 42, 51 o 52, se pasa por debajo del arco central. Es el más grande fuera de los cuatro que atraviesan el Gran Canal.

El Puente del Ghetto destaca por su elegante barandilla de hierro forjado y es la puerta de entrada por la zona norte al ghetto judío de la ciudad. Resulta muy interesante que la palabra ghetto proviene justamente de esta zona de Venecia, ya que la fundición (gueto en veneciano) ocupaba este lugar antes de pasar a ser la residencia de los judíos venecianos.

Otro puente con historia es el Puente los Puños. Podría decirse que es el más problemático de la ciudad ya que antiguamente, cuando no tenía barandillas, era aquí donde se jugaba a la «lucha de los puños». Los luchadores debían sin mover los pies de unas marcas en el suelo, con los puños al descubierto, echar al canal al contrincante. Los nicolotti y los castellani eran grupos rivales que se peleaban en defensa del honor de su barrio. Para distinguirse, los primeros llevaban un gorro y una bufanda negros, y el color rojo era el escogido por los segundos. Lejos de apaciguar las luchas, el gobierno alentaba las diferencias entre las bandas, con objeto de poder disponer de hombres duchos en confrontaciones. La lucha de los puños fue abolida definitivamente en 1705, cuando la pelea terminó en lanzamientos de todo tipo de objetos y apariciones de cuchillos.

Durante siglos los puentes carecieron de barandilla, excepto por los que pasaban las procesiones ducales. Durante el siglo XIX, dado lo peligroso que podía resultar sobre todo en las horas de menos luz, los puentes venecianos fueron dotados de protecciones. Sin embargo, hoy en día, dos son los puentes que permanecen sin barandillas: El Puente Chiodo, entre fondamenta San Felice y fondamenta Misericordia, en el sestiere de Cannaregio, de uso privado lleva directamente a la puerta de un edificio; y el Puente del Diavolo, en la isla de Torcello, la leyenda cuenta que el diablo lo construyó en una sola noche y que se aparece, en forma de gato negro, en el centro del puente a la medianoche de cada 24 de diciembre.
Y así, puente por puente, cada uno tiene sus historias y leyendas, muchas veces guardadas en secreto. Cuando vayáis a Venecia, además de visitar palacios, iglesias y museos, caminad sin rumbo por sus calles y puentes, formad parte de esta ciudad de misterio.

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