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Grandiosa Roma

Roma es la ciudad que nunca me cansaré de visitar. Sencillamente porque lo que se siente en Roma no se siente en ningún otro lugar, periódicamente tengo la necesidad de volver.

Cada calle, cada esquina, cada visita, ofrece alguna nueva sorpresa. Son incontables los monumentos y museos que pueden visitarse. Ya sólo con documentarse históricamente para entender todo lo que sucedió en la gran ciudad imperial se necesitan años de estudio.

De todos modos, es una ciudad ideal también para visitantes menos eruditos pues ofrece mucho más todavía. Empezando por la cocina italiana, personalmente una de mis favoritas, pasando por la cultura del aperitivo, la moda, el fútbol, y terminando pero no por esto menos valorado, conocer el abierto y desenfadado carácter italiano.

Si tuviera que quedarme con un monumento, el Pantheon; una plaza, Piazza di Fiore; una zona, la del Coliseo; un museo, Museos Vaticanos (por la Capilla Sixtina); un plato, spaghetti frutti di mare; un postre, los mejores helados del planeta.

En definitiva, Italia y Roma entran entre mis tops del mundo entero.

Brunch en Berlin

Ya es conocida por todos en nuestro entorno la moda hipster con sus postureos y extravagancias… pero tengo que reconocer que hay aspectos del «hipsterismo» ante los que sucumbo. Entre ellos, la música y la cocina.

Siendo vasca y viviendo en el Mediterráneo, reconozco que adoro comer y que creo que tengo un paladar exigente. Así como el año pasado, la moda en Barcelona compartida y disfrutada por todos era salir de vermut y comer de tapitas, hecho que provocaba poco contenido sólido en el estómago y un estado de embriaguez que a veces resultaba embarazoso de llevar un domingo al mediodía a pleno sol… este año ya, cada vez se extiende más la moda del brunch.

Torre de BerlínPor suerte, desde el año pasado, he hecho varias salidas de fin de semana a Berlin. Me parece la ciudad underground por excelencia, con ese ambiente ochentero que a pesar del paso de los años se mantiene en los bares, en la música, en la ropa, en el transporte, en los muros. Ciudad retro pero a la vez vanguardista, cada vez que viajo a Berlin tengo que mantener los ojos bien abiertos todo el tiempo para asimilar y aprender sobre todos los avances culturales que nos muestra. Me parece una ciudad abierta y cosmopolita, repleta de gente joven y optimismo, que nada tiene que ver con el conocido carácter frío alemán.

Amantes de lo bio, de lo natural, lo exótico, el aire libre, el slow food… los berlineses me ofrecieron el año pasado mi primer brunch en primavera. El tema consiste en una vez llegado el fin de semana, sobre todo, dormir todo lo que uno quiera. En el momento que uno se despierta, tranquilamente, sin preocuparse porque se pasa la hora del desayuno, buscas una agradable terraza o un local espacioso con enormes mesas de madera o te juntas en una casa con tu grupo de amigos. Y entonces sin prisa, acompañado por un gran café con leche o zumos naturales de cualquier fruta que te puedas imaginar, vas compartiendo diferentes platos, dulces y salados, siempre sin ninguna prisa. Panes de cereales, cupcakes, galletas, bagels… quesos y embutidos… más frutas… salmón y otros pescados… huevos benedictinos y verduras… hamburguesa… y así hasta que realmente ya no puedes comer más. Con esto, una sonrisa y el estómago lleno para el resto del fin de semana, a mi los hipsters me tienen más que ganada!