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Murallas de Dubrovnik

El año pasado tuvimos la suerte de conocer «la perla del Adriático», la antigua Ragusa o lo que es lo mismo, Dubrovnik. De todas las ciudades amuralladas que hemos visitado, Dubrovnik ha pasado a ser nuestra preferida. Está situada en un enclave geográfico conflictivo, erigida sobre un promontorio rocoso, posada como una mariposa sobre el mar Adriático. Hoy en día, pertenece a la República de Croacia.

Esta pequeña ciudad antigua fue declarada en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Acoge, con motivos de sobra, a numerosos turistas cada año, sobre todo en verano. Posee una costa y playas espectaculares, clima agradable y buena gastronomía, gente cordial y acogedora; pero, si tuviéramos que elegir una sola cualidad de esta maravillosa ciudad, decidimos quedarnos con las Murallas. Está considerada una de las grandes fortificaciones de la Edad Media, ya que nunca fue violada por un ejército hostil durante este período de tiempo. Se trata de uno de los sistemas de fortificación mejor conservados de toda Europa, a pesar de la brutal guerra que tuvo lugar en tiempos modernos contra los serbios durante los cuatro años sucesivos a la declaración de independencia de Croacia en 1991.

Es una ciudad épica, escarpada, protegida, invencible… qué mejor lugar para representar escenas de una de nuestras series favoritas. Como la mayoría sabéis, Dubrovnik reproduce Desembarco del Rey y otros lugares en la popular serie Juego de Tronos.

Las Murallas de Dubrovnik tienen una longitud de casi 2km e incluyen cinco fortalezas y 16 torres y bastiones. Es un auténtico museo al aire libre, abierto durante todo el año y accesible para los visitantes a través de tres entradas: una junto a la pequeña iglesia de San Lucas, en la parte este; otra junto a la iglesia de San Salvador, justo tras entrar en el centro histórico por la puerta de Pile, y una tercera junto al Museo Marítimo y la fortaleza de San Juan.

Las murallas fueron construidas durante los siglos XII y XVII. De una altura considerable, en algunos puntos hasta los 25 metros, recorrerlas es una buena manera de disfrutar de la ciudad en su totalidad, con magníficas vistas a los reconstruidos (tras la guerra) tejados rojizos, los principales monumentos y calles del centro histórico y al imponente mar Adriático.

De las cinco fortalezas, tres forman parte de las murallas: Minčeta, Bokar y San Juan. La fortaleza Minčeta, situada en el norte, es el punto más alto y el símbolo de la defensa de Dubrovnik, por lo que en su torre ondea en todo momento la bandera de Croacia y, en verano, también la bandera «Libertas», lema y antiguo símbolo de la República de Ragusa. La fortaleza Bokar, también denominada «Zvjezdan» y situada en el suroeste, fue construida en el siglo XV para proteger el pequeño puerto, la fosa y el puente de Pile.

La primera torre tetragonal de la fortaleza de San Juan fue construida para proteger el puerto de los ataques procedentes del sureste; antiguamente desde ella se tendía la cadena que cerraba el puerto. Bajo la fortaleza de San Juan se encuentra el gran muelle con un faro: se trata del célebre Porporela, punto de encuentro de los enamorados, paseo y el lugar donde se bañan los habitantes del centro histórico.

Desde Porporela se puede observar la fortaleza Revelin, separada de las murallas, que protege la entrada oriental a la ciudad. Rodeada por un foso en tres lados y por el mar en el lado restante, era una zona de Dubrovnik especialmente difícil de conquistar. El interior y la terraza de la fortaleza se utilizan hoy en día como escenario y sala de conciertos. Desde Porporela también se ve la agradable isla de Lokrum, muy cerca, que os recomendamos visitar en excursión de medio o un día.

Para finalizar, como hemos mencionado al inicio, los habitantes de Dubrovnik son simpáticos y hospitalarios. Nosotros tuvimos muy buena experiencia alojándonos en el Peric Rooms Dubrovnik. Es una ciudad muy fácil para visitar. Además, hay mucha oferta de excursiones de un día en barco a las islas y playas vecinas. ¡Es un destino asegurado!

Mitología de las islas griegas

Apenas ha comenzado el otoño y ya tenemos morriña de verano, ¿vosotros no? Un destino perfecto de verano, tanto por sus playas, sus paisajes, su gastronomía como por su vida nocturna, son las islas griegas. Sin embargo, hoy no hablaremos de sus atractivos turísticos que son bien conocidos, si no de algo más antiguo y fabuloso, hablaremos sobre la mitología de las islas griegas.

Antes de nada, pensamos en islas griegas y nos vienen a la cabeza Míkonos, Santorini o puede ser Creta… pero, ¿sabíais que están catalogadas alrededor de 6000 islas pertenecientes a Grecia de las cuales un centenar están habitadas de forma permanente?

Geográficamente se agrupan en Islas Jónicas al noroeste de la Grecia continental (entre ellas Corfú e Ítaca), Islas Sarónicas muy cerca del continente en el golfo del mismo nombre (entre ellas Salamina), Islas Espóradas «esparcidas» en el mar Egeo, Islas del Egeo Septentrional (entre ellas Lesbos, Quíos y Samos), Islas Cícladas en el centro del Mar Egeo, Islas del Dodecaneso también en el Mar Egeo pero en la costa sudoccidental de Turquía (entre ellas Rodas) y Creta la de mayor tamaño con sus islas menores periféricas, las más meridionales.

Cada isla tiene su historia y su mitología. Nosotros nos centraremos en hablar sobre las que hemos visitado, que son las Cícladas, entre ellas Santorini, Míkonos y Naxos.

Cuenta la leyenda que Míkonos fue el escenario de la batalla entre Hércules y los gigantes, Hércules venció y los gigantes fueron petrificados convirtiéndose en lo que ahora es la isla. Según otra versión fue Poseidón el que mató a los gigantes. Además, se dice que la isla fue nombrada así por el héroe “Mykono”. Según la mitología griega, era hijo de Apolo y significa “isla de la luz” en honor a su luminoso progenitor.

Muy cerca de Míkonos, a menos de media hora de navegación, se encuentra la sagrada isla de Delos. Este pequeño islote de 3.5 km² fue durante siglos lugar de peregrinación, ya que se cuenta que fue allí donde Letos dio a luz a los mismísimos gemelos Artemis, diosa de la Luna y Apolo, dios del Sol. Se construyó un santuario dedicado a Apolo con numerosos templos y edificaciones. En la actualidad, Delos es uno de los yacimientos arqueológicos más destacados de Grecia. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990. La isla no está habitada y no se permite dormir en ella, por lo que la visita hay que realizarla en el mismo día.

De visita obligada es la espectacular Santorini, moldeada caprichosamente al antojo de fuertes explosiones volcánicas, el resultado es una isla de increíble belleza. Dicen que fue creada cuando Eufemo, uno de los argonautas, tiró por la borda un pedazo de tierra que le había dado Tritón. Según la mitología, Cadmos, hijo de un rey fenicio, mientras viajaba a la búsqueda de su hermana Europa raptada por Zeus, se estableció y fundó una colonia fenicia en la isla. Sus descendientes vivieron durante ocho generaciones en la entonces llamada Kallisté («la más hermosa»). El héroe Theras, descendiente de Cadmos, rebautizó más tarde la isla con su nombre. A raíz de un oráculo, los habitantes de Santorini salieron y fundaron más tarde la ciudad de Cyrene en la actual Libia.

Pasamos a Naxos, la más grande de las Cícladas. Según la mitología griega, Zeus, padre  de los dioses y los hombres, se crió en Naxos, en el monte Zas, escondido de la ferocidad de su padre, Kronos. Se dice también que Naxos es el lugar donde Teseo hizo escala de vuelta a Atenas después de matar al Minotauro. Allí abandonó a la princesa Ariadna, hija del rey Minos, hermana del Minotauro, que enamorada de Teseo lo había ayudado a matarlo. El motivo de este abandono es controvertido: algunas versiones señalan que Teseo la abandonó por su propia voluntad, otros dicen que fue por orden de los dioses para que esta pudiera casarse con Dioniso. Se cuenta también que Dioniso, dios del vino e hijo de Zeus, nació y creció en Naxos con las ninfas. Amó tanto esta isla que repartió fertilidad por toda su tierra, llenándola de viñedos y otras plantaciones.

 

París, la ciudad de los Space Invaders

Como muchos de vosotros, hemos nacido entre 1975-1985 y nos fascina la cultura de los 80. Todos recordamos la música, el cine, la moda, las costumbres, los juegos que triunfaron en nuestra infancia. Es de estos últimos, de uno de los videojuegos concretamente, que hablaremos hoy y de la ciudad que los mantiene vivos en sus paredes: París, la ciudad de los Space Invaders.

París es una ciudad que todo el mundo conoce, sus monumentos y atractivos son famosos en el mundo entero. Sin embargo, cuando paseáis por sus calles y veis los típicos «marcianitos» estampados por todas partes, ¿conocéis su historia?

Space Invaders

El juego Space Invaders, como la mayoría de los videojuegos más populares, fue creado en Japón en 1978 por la Taito Corporation. Toshihiro Nishikado fue el creador de este juego de disparos matamarcianos en 2 dimensiones, simple pero adictivo. El jugador se mueve de izquierda a derecha y dispara a los calamares, cangrejos y pulpos extraterrestres que se acercan desde la parte superior de la pantalla hacia la tierra. Si consiguen llegar al cañón de disparo, el jugador muere. Y así, indefinidamente.

El juego de arcade triunfo y se expandió rápidamente por todo el mundo. No obstante, fue a finales de los 90 cuando un artista parisino anónimo, bajo el seudónimo de «Invader» comenzó a colonizar su ciudad natal con los famosos marcianitos del juego. Desde entonces, ha difundido su trabajo en las calles de más de 65 ciudades en más de 30 países del mundo.

Aunque Invader mantiene celosamente su identidad en el anonimato, sabemos que estudió artes en París y que creció cautivado por los videojuegos de la época, especialmente por Space Invaders. Los gráficos de 8-bit que se utilizaban entonces resultan fácilmente trasladados a mosaico, ya que cada pequeña baldosa representa un pixel. Su primera «invasión» ocurrió en París en 1998. Él se considera un hacker del espacio público y utilizando las calles como lienzos, disemina su virus de mosaicos en las ciudades para que todos puedan disfrutar de su regalo.

París es la ciudad principal de su obra, con más de 1000 trabajos repartidos por sus calles. Se ha extendido a otras 31 ciudades de Francia y más allá en 30 países del mundo. Ha colonizado New York en cinco ocasiones y Hong Kong en tres. Si no queremos irnos muy lejos encontraremos piezas suyas en Barcelona, Bilbao o en Ciutadella de Menorca.

Los lugares son elegidos cuidadosamente y los azulejos son colocados siguiendo unos patrones precisos. Documenta todas sus invasiones y las hace publicas en la red en mapas de invasión. Desgraciadamente, hay gente que disfruta eliminando arte, y se estima que un 15% de sus piezas han sido destruidas. Aparte de esto, Invader se ha encontrado con otros obstáculos. Ha sido arrestado y encarcelado en numerosas ocasiones. Nada de esto, ha frenado sus pasos y cuando viajéis a París, podréis ver con vuestros propios ojos su obra. Incluso, sobre todo si viajáis con niños, es posible contratar recorridos guiados en busca de Space Invaders. Por cierto, en mi último viaje, me llevé un souvenir muy especial.

5 sencillas razones para viajar a Japón

1. Conocer Tokyo

Imprescindible visitar la gran ciudad de Tokyo y comprobar uno mismo si son ciertos todos los mitos e historias que nos llegan de esta gran metrópoli y su gente. Pasear y adentrarse entre la multitud, comer todo tipo de platos, cantar en un karaoke, comprar cualquier cosa que se nos ocurra… las posibilidades que nos ofrece no tienen límite.

 

2. Visitar templos y jardines

Templo Dorado, KyotoEl país del sol naciente es un paraíso para quien le gusten los templos. Budistas, sintoístas…cualquier pueblo o ciudad de Japón siempre tiene un templo a la vista, habitualmente con su precioso jardín. En busca de templos, no te puedes perder Kyoto y alrededores.

 

 

 

3. Degustar gastronomíaSashimi

En Japón se come mucho más que sushi! La gastronomía es algo que puedes disfrutar en cualquier parte de del país y te sorprenderá la variedad de alimentos, formas de prepararlos y de comerlos. Platos que entran por los ojos y que contentan al paladar más exigente.

 

4. Tecnología punta

Odaiba, Tokyo

Todo lo último en tecnología lo descubrirás en Japón. Desde artículos para la vida diaria y el ocio hasta lo más complejo y evolucionado lo encontrarás aquí.

 

 

 

 

5. Adentrarse en la naturalezaSakura

En primavera y otoño acontecen dos espectáculos que serán inolvidables en tu visita a Japón: la contemplación del florecimiento del cerezo en primavera (sakura) y de la caída de las hojas rojas de los arces en otoño. Es una ocasión única en la que que niños, jóvenes y mayores, veneran la naturaleza y lo celebran a lo grande con toda una fiesta.