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Bangkok nos da la bienvenida al Sureste asiático

Es cierto que Tailandia es muy turística, es cierto que Bangkok es una ciudad abarrotada de personas y caótica por el tráfico, es cierto que las playas están ya todas descubiertas. A pesar de todo esto, hemos decidido iniciar aquí nuestro viaje por el Sureste asiático porque Tailandia es un país fácil para el recién llegado, su gente es de lo más amable y simpática y Bangkok es punto de encuentro de todo tipo de viajeros. A la vez es un país hermoso, lleno de atractivos y alicientes.

Tailandia

Nuestro paso por Bangkok ha sido con calma, a modo de aclimatamiento. No hemos pretendido recorrer los top turísticos ni hemos tenido prisa en cuestión de horarios y ritmos.

Nos hemos alojado en un recomendable hostel, Baan Nampetch Hostel, cerca de Khao San y otros puntos interesantes.
Khao San es una calle que, inevitablemente, todo turista pisa en su visita a la ciudad. En ella confluyen personas de todos los tipos y países. Mochileros como nosotros, hippies, familias, chinos en sus vacaciones de año nuevo, grupos de amigos y amigas en busca de fiesta y nuevas sensaciones, hombres solos que pagan por la compañía de chicas locales, parejas mayores… En esta calle que no descansa casi todo es posible. Los turistas pagan por comer escorpiones o gusanos, masajes en los pies, otros compran ropa y mochilas de marca baratísimas, trajes, pulseras, pad thai, mango, coco, dorian o fruta de la pasión, se pueden reservar viajes o aviones, conseguir copias de tarjetas y pasaportes, otros simplemente beben cerveza todo el tiempo. Resulta agobiante para muchos, indignante para otros, pero la verdad es que nosotros hemos disfrutado paseando por ella, comiendo, bebiendo, charlando, observando; en definitiva, formando parte de ella.

Aquí también hemos tenido la suerte de conocer a una local, Som, con la que nos dimos un festival de especialidades thai en un auténtico restaurante con vistas al río Chao Praya. Con ella conocimos un poco más de cerca como vive una persona de nuestra edad, con gustos musicales e intereses muy parecidos a los nuestros en una ciudad como Bangkok. Lo pasamos genial con ella y esperamos volver a verla pronto. Gracias Som!

También hemos visitado algunos puntos turísticos de la ciudad como el Gran Palacio y Wat Phra Kaew (Templo del Buda Esmeralda). Este gran complejo de templos reúne dos conceptos básicos para el país que son el Budismo Thai y la monarquía. A pesar de que estaba abarrotado de gente es un lugar recomendable en la visita a Bangkok.

Otro templo indispensable es el de Wat Pho. En este wat, el mayor y más antiguo de Bangkok, se encuentra el famoso Buda Reclinado, el más largo que existe. Además merece la pena visitar el resto del templo por sus curiosas estupas y por la colección de budas que es la mayor de toda Tailandia.

También hemos  salido de Khao San para perdernos por las calles rumbo a Chinatown. De camino nos encontramos el Columpio Gigante, montones de tiendas de estatuas doradas de Buda y con el templo de Wat Saket o de la Montaña Dorada que desde la cima nos ha regalado unas vistas impresionantes de la ciudad antigua al atardecer.

Ya en Chinatown nos hemos sumergido en el caos de tráfico, neones, templos escondidos y mercados de comida callejeros.

Ahora ya nos vamos a las playas… hasta pronto Bangkok!

Descubre la China tradicional en Hong Kong

Hong Kong es sinónimo de gran ciudad, pero a su vez, si se profundiza un poco, es fácil descubrir que dentro de la urbe y en los alrededores, están vivas y latentes las tradiciones y costumbres milenarias chinas. Mediante este post os explicamos dónde encontrar la China tradicional en Hong Kong.

En el post anterior sobre Hong Kong ya hemos comentado que la relación que tienen los locales con el resto de chinos continentales es algo especial y tensa. Fácilmente se percibe que las normas de educación, estilo, rutinas de los hogkoneses se han distanciado con los años de las del resto de chinos. De todos modos, en lo que respecta a las tradiciones, los hongkoneses las mantienen celosamente y las cuidan a pesar de la modernización de la ciudad.

Sin salir de la metrópolis, en la Hollywood Road, se encuentra el templo de Man Mo, dedicado al dios de la literatura «Man» y al de la guerra «Mo». Fue construido durante la dinastía Qing en 1847 por poderosos mercaderes y, a parte de lugar de culto, entonces servía como lugar de juicios para aclarar las disputas locales entre los chinos y los colonialistas.

A la entrada de este templo taoísta  cuatro placas doradas reciben a los visitantes. Dos de ellas nombran a los dioses venerados dentro, otra pide silencio y respeto en el lugar sagrado y la última, bastante curiosa, alerta a las mujeres menstruantes de que no pueden pasar. Una vez dentro del templo, el incienso es el protagonista que impregna el ambiente y cuelga del techo en espirales que simulan lámparas.

En la visita a Hong Kong, merece la pena definitivamente la escapada a la adyacente isla de Lantau para visitar el buda sentado más grande del mundo: el Tian Tan Buda. Es fácil como siempre llegar en metro hasta Tung Chung y después se puede coger un atobús (el 23) o el Ngong Ping 360 que es un teleférico que en días despejados ofrece vistas impresionantes del lugar. Ya desde lejos, se puede ver imponente y majestuoso el Gran Buda, representación del Buda Lord Gautama. Tras subir 268 escaleras resulta sorprendente observar de cerca esta gran estatua de bronce de 23 metros de altura (34 metros con el loto y el podio).

Merece la pena acercarse al enorme complejo budista del Monasterio de Po Lin ya que aunque sea moderno, sus templos, estatuas y sobre todo el Hall de los 10.000 Budas son impresionantes. En el recinto hay un pequeño restaurante que ofrece buena comida vegetariana muy bien de precio.

Otro lugar que nos gustó muchísimo y que no hubiéramos conocido si no  fuese por el consejo de nuestra amiga hongkonesa Nicka fue el pueblito pesquero de Tai O. Al adentrarte en esta aldea puedes retroceder cientos de años y revivir la China tradicional en Hong Kong. Sus ancianos residentes viven en palafitos o viviendas apoyadas en pilares de madera sobre el agua. A pesar de los visitantes, ellos continúan con su rutina sonrientes. Pescan, limpian, secan y venden el pescado, pasean en bicicleta tranquilamente o charlan con sus vecinos. Lo pasamos realmente bien deambulando por sus calles y mercados.