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Secretos que esconden las palabras en Barcelona

Barcelona cambia a un ritmo frenético. Es una ciudad viva, atrevida y dinámica. Pero a sus espaldas posee y conserva una historia extensa y cautivadora que muchas veces queda oculta y difícilmente accesible. Por suerte, las palabras perduran en el tiempo y esconden secretos; hoy os desvelaremos algunos de ellos: Secretos que esconden las palabras en Barcelona.

Barcelona

Retrocedemos hasta el siglo VI a.C. con los pueblos íberos que dieron a estas tierras el nombre de Barkeno (Barkeno.png) hasta que en el siglo I a.C. los romanos colonizaron el territorio y fundaron Barcino. Palabra latina que proviene del nombre completo de la colonia romana: Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino (IVL· AVG· FAV· PAT· BARCIN·).

Durante la Edad Media se escribió también de otras maneras como Barchinona, Barçalona, Barchelona y Barchenona.

El origen etimológico está bien fundamentado en el topónimo ibérico. Aún así, dos leyendas populares propuestas por historiadores medievales explican el origen de Barcelona de otras maneras:

Una leyenda de origen cartaginés hace provenir el nombre del púnico. Después de la Primera Guerra Púnica, para intentar compensar las consecuencias de la derrota, los cartagineses iniciaron una política de expansión en la Península Ibérica. Según esta hipótesis, Barcelona fue fundada por Amílcar Barca, padre de Aníbal,  en el año 230 a. C., quien también fundó otras ciudades como Alicante. La ciudad fue denominada  Barkenon, Barcelino o Barci Nova en relación a su linaje.

La otra leyenda de origen romano atribuye la fundación de la ciudad a Hércules 400 años antes de la fundación de Roma. Cuando Hércules finalizó su cuarto trabajo, se unió a los argonautas liderados por Jasón en busca del vellocino de oro. Cruzaron el Mediterráneo con nueve navíos hasta que tras una fuerte tormenta, cerca de la costa catalana, uno de los nueve barcos se perdío. Jasón ordenó a Hércules encontrarlo y fue a las faldas de Montjuïc donde halló la Barca Nona (novena barca). El lugar cautivó a los navegantes y, con la ayuda de Hércules y Hermes, fundaron una ciudad con el nombre de la Barca Nona, Barcanona.

 Tibidabo

¿Sabías que el nombre de Tibidabo hace referencia a una escena de la Biblia? Más aún, ¿sabías que Tibi Dabo es una frase demoníaca?

Estamos hablando del punto más alto de la ciudad, a 512 metros de altura, que en la época medieval era conocido como «Puig de l’Àliga» (cerro del águila). En el siglo XVI, al pie de la montaña, se encontraba el Monasterio de San Jeroni y fueron sus monjes los que extrajeron un pasaje del evangelio de San Mateo para dar nombre a nuestro Tibidabo.

«Tibi dabo», en latín significa «te daré» y es lo que el diablo le dijo a Jesús, según la Biblia, mostrándole los reinos de la Tierra desde una gran altura en los siguientes versículos:

  • «…et dixit illi haec tibi omnia dabo si cadens adoraveris me»— «Y le dijo: Todo esto te daré si te postras y me adoras» (Mateo 4:9);
  • «…et ait ei tibi dabo potestatem hanc universam et gloriam illorum quia mihi tradita sunt et cui volo do illa» — «Y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregado y se lo doy a quien quiero.» (Lucas 4:6).

Por lo tanto, para los monjes, es como si el diablo hubiese estado en la cima del Tibidabo y hubiese intentado tentar a Jesús mostrándole todo el paisaje barcelonés. En una de las vidrieras de la iglesia se puede contemplar esta escena.

Montjuic

Pasamos a hablar sobre otra montaña, a 173 metros de altura, la de Montjuic, que acoge un barrio con el mismo nombre. Son dos los orígenes que se postulan:

La etimología tradicional supone que Montjuich viene de «Monte de los judíos«, en catalán medieval, pues está documentado que en aquella época la montaña albergaba un cementerio judío.

La otra teoría es que Montjuic proviene de la forma latina Mons Iovis, Monte de Júpiter, nombre mencionado por Pomponio Mela en su obra Chorografia: «Inde ad Tarraconem parva sunt oppida Blande, Iluro, Baetulo, Barcino, Subur, Tolobi; parva flumina Baetulo, iuxta Iovis montem Rubricatum in Barcinonis litore, inter Subur et Tolobin Maius».

Se traduciría como: «Desde aquí hasta Tarraco se encuentran las poblaciones de Blande, Iluro, Baetulo, Barcino, Subur, Tolobi; los pequeños ríos Baetulo, el Rubricatus, al costado del Monte de Júpiter, en la costa de Barcino, y el Maius, entre Subur y Tolobi.

Montjuic históricamente, desde su castillo, ha sido asentamiento de borbones, militares y otros opresores que han aprovechado su altura y situación estratégica para bombardear y atemorizar al pueblo. Afortunadamente esos tiempos han pasado y hoy en día es un lugar tranquilo donde se puede pasear y disfrutar de impresionantes vistas del mar y la ciudad.

Gastronomías del mundo: el chocolate de Modica

Sicilia es una isla que nos ha dejado huella como viajeros. No comparable a ninguna otra del mediterráneo, sus atractivos son innumerables y únicos. Sólo hace falta repasar a grandes rasgos su historia para darse cuenta de que ha recibido influencias de muchísimos lugares y culturas, creando así un carácter italiano propio extraordinario. Esta vez, sólo hablaremos sobre uno de los descubrimientos que nos enamoraron durante el viaje: el chocolate de Modica.

Sicilia por supuesto ofrece playas y descanso estival asegurado en un entorno natural increíble, pero si se quiere conocer un poco más la isla y disfrutarla al máximo, creemos que merece la pena echar un vistazo a su historia. Habitada desde la Prehistoria (restos paleolíticos en la zona de Trápani), en la época de las colonizaciones (siglo IX a.C.) fue ocupada por los fenicios, después por los griegos, los cartagineses (siglo V a.C.) y después por los romanos (con las Guerras Púnicas). Con la caída del Imperio romano, desde los pueblos germánicos llegaron los vándalos, luego los hérulos y los ostrogodos. En el año 535 fue incorporada al Imperio bizantino al que perteneció durante medio milenio.  A partir del siglo VIII las conquistas llegaron desde el norte de África por parte de los sarracenos que fundaron el emirato de Sicilia. En el año 1061 Sicilia fue conquistada por los normandos, más tarde por los germánicos gibelinos y después los franceses angevinos. En el siglo XIII,  la corona de Aragón entró en el juego con varias bodas concertadas. Tras varias trifulcas Sicilia se mantuvo como virreinato del imperio español hasta el año 1713, final de la Guerra de Sucesión española, con lo que pasó a ser dominio de los saboyanos, luego de los austriacos y después de los borbones. Fue en 1860 que Garibaldi desembarcó en la isla  e impuso su dictadura para convertir Sicilia definitivamente en italiana.

Volviendo al tema que nos interesa, el chocolate de Modica existe como consecuencia de la larga ocupación española de la isla durante la Edad Media. Los españoles a su vez aprendieron a procesar este chocolate granular y desmenuzable de los Aztecas que también colonizaron en esa época.

El chocolate moderno se produce tras varios pasos, todos ellos mecanizados, en los que el cacao se cuece a altas temperaturas, se separe para después volver a mezclarse con manteca u otras grasas más baratas y se le añaden otros ingredientes como lecitina, emulsionantes, leche y a veces saporificantes. Es un proceso complejo y artificial. Por el contrario, el único ingrediente en una tableta de chocolate de Módica son los granos de cacao y el azúcar.

Los indígenas mejicanos obtenían el «xocóatl» machacando los granos de cacao tostados contra una piedra que llamaban «metate» hasta extraer manteca de cacao y obtener una pasta granular. Esta pasta es procesada a 40º con azúcar granulado añadido y en lugar de derretirse o mezclarse, le da al chocolate de Módica la textura rugosa característica. La mezcla se dispone en típicos moldes rectangulares y se deja enfriar sobre una superficie de mármol de forma que el aire sale en forma de burbujas que confieren la particular textura terrosa de este chocolate. El aroma es de granos de cacao tostados y el sabor tradicionalmente tiene toques de vainilla o canela. De todos modos, se preparan tabletas a las que se añade un único sabor como el chilli (peperoncino), algarroba, hinojo, café, pistacho o frutas cítricas; sabores siempre sutiles que no se sobreponen al sabor principal del cacao. Se puede comer sólo, con pan, o caliente disuelto en agua o leche. Módica es en la actualidad el único lugar del planeta en el que se sigue produciendo el chocolate en frío siguiendo la técnica de los antiguos aztecas.

Es Modica un lugar tan especial para los chocolateros, que desde 2009 se celebra anualmente en la ciudad un festival denominado «Chocobarocco». Son varias las tiendas y talleres que ofrecen chocolate pero os recomendamos la Antica Dolceria Bonajunto.

Antica dolceria Bonajuto

Además de por el chocolate creemos que la visita a Modica es imprescindible, ya que es una preciosa ciudad pintoresca con una catedral barroca impresionante. Fue declarada por la Unesco en 2002 Patrimonio de la Humanidad bajo la denominación de «Ciudades del barroco (siciliano) tardío de Val di Noto». Nos alojamos en un B&B que también recomendamos fervientemente: Palazzo Il Cavaliere.

 

Dublín: la laguna negra

¿Sabéis cuál es el origen del nombre de la ciudad de Dublín? En gaélico, “Baile Átha Cliath” proviene de “Dubh Linn”, siendo sus significados respectivamente «asentamiento del vado de cañizo» y «negra laguna».

Resulta interesante pensar que el nombre de la ciudad mantiene vivas las raíces gaélicas del país, pero resulta aún más interesante conocer la historia de la «laguna negra» o «Dubh linn».

Si habéis visitado Dublín, sabréis que como muchas otras ciudades, se encuentra dividida en dos zonas bien diferenciadas sobre todo a nivel socioeconómico: la zona norte y la zona sur. Quedan separadas por un gran río, El Liffey, que desemboca directamente en el mar de Irlanda. Este mar pertenece al Océano Atlántico por lo que según las mareas el río se ve afectado; cuando la marea es alta, el agua del río es salada. Antiguamente, este hecho hizo que los habitantes fueran en busca de agua potable hasta uno de los afluentes del Liffey, el río Poddle. Este río formaba una laguna justo antes de desembocar en el Liffey; es allí donde los vikingos en busca de agua dulce amarraban sus barcos y es en torno a esta laguna negra (dubh linn) donde se establecieron en campamento (longphort para los nativos) y crearon los orígenes de la actual Dublín sobre el año 838. Los vikingos, para asegurar el terreno inestable de en torno al río Liffey, construyeron una estructura ligera y movible de material vegetal entrelazado (baile áth cliath) que resultó ser también representativa para la ciudad.

Más tarde en la Edad Media, los normandos conquistaron la ciudad, la fortificaron y erigieron el castillo de Dublín. El río Poddle quedó al sureste del castillo formando parte de la muralla defensiva.

Poco a poco, con el crecimiento de la ciudad, el Poddle acabó siendo insuficiente. La laguna fue modificada y finalmente rellenada hasta desaparecer. A finales de la Edad Media, la mayoría del río Poddle ya había sido canalizado a través de tuberías subterráneas para permitir la expansión de la ciudad en la superficie.

Hoy en día, no queda nada de la laguna negra y del río Poddle apenas puede verse el tramo de la desembocadura en el Liffey cuando la marea está baja.

Murallas de Dubrovnik

El año pasado tuvimos la suerte de conocer «la perla del Adriático», la antigua Ragusa o lo que es lo mismo, Dubrovnik. De todas las ciudades amuralladas que hemos visitado, Dubrovnik ha pasado a ser nuestra preferida. Está situada en un enclave geográfico conflictivo, erigida sobre un promontorio rocoso, posada como una mariposa sobre el mar Adriático. Hoy en día, pertenece a la República de Croacia.

Esta pequeña ciudad antigua fue declarada en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Acoge, con motivos de sobra, a numerosos turistas cada año, sobre todo en verano. Posee una costa y playas espectaculares, clima agradable y buena gastronomía, gente cordial y acogedora; pero, si tuviéramos que elegir una sola cualidad de esta maravillosa ciudad, decidimos quedarnos con las Murallas. Está considerada una de las grandes fortificaciones de la Edad Media, ya que nunca fue violada por un ejército hostil durante este período de tiempo. Se trata de uno de los sistemas de fortificación mejor conservados de toda Europa, a pesar de la brutal guerra que tuvo lugar en tiempos modernos contra los serbios durante los cuatro años sucesivos a la declaración de independencia de Croacia en 1991.

Es una ciudad épica, escarpada, protegida, invencible… qué mejor lugar para representar escenas de una de nuestras series favoritas. Como la mayoría sabéis, Dubrovnik reproduce Desembarco del Rey y otros lugares en la popular serie Juego de Tronos.

Las Murallas de Dubrovnik tienen una longitud de casi 2km e incluyen cinco fortalezas y 16 torres y bastiones. Es un auténtico museo al aire libre, abierto durante todo el año y accesible para los visitantes a través de tres entradas: una junto a la pequeña iglesia de San Lucas, en la parte este; otra junto a la iglesia de San Salvador, justo tras entrar en el centro histórico por la puerta de Pile, y una tercera junto al Museo Marítimo y la fortaleza de San Juan.

Las murallas fueron construidas durante los siglos XII y XVII. De una altura considerable, en algunos puntos hasta los 25 metros, recorrerlas es una buena manera de disfrutar de la ciudad en su totalidad, con magníficas vistas a los reconstruidos (tras la guerra) tejados rojizos, los principales monumentos y calles del centro histórico y al imponente mar Adriático.

De las cinco fortalezas, tres forman parte de las murallas: Minčeta, Bokar y San Juan. La fortaleza Minčeta, situada en el norte, es el punto más alto y el símbolo de la defensa de Dubrovnik, por lo que en su torre ondea en todo momento la bandera de Croacia y, en verano, también la bandera «Libertas», lema y antiguo símbolo de la República de Ragusa. La fortaleza Bokar, también denominada «Zvjezdan» y situada en el suroeste, fue construida en el siglo XV para proteger el pequeño puerto, la fosa y el puente de Pile.

La primera torre tetragonal de la fortaleza de San Juan fue construida para proteger el puerto de los ataques procedentes del sureste; antiguamente desde ella se tendía la cadena que cerraba el puerto. Bajo la fortaleza de San Juan se encuentra el gran muelle con un faro: se trata del célebre Porporela, punto de encuentro de los enamorados, paseo y el lugar donde se bañan los habitantes del centro histórico.

Desde Porporela se puede observar la fortaleza Revelin, separada de las murallas, que protege la entrada oriental a la ciudad. Rodeada por un foso en tres lados y por el mar en el lado restante, era una zona de Dubrovnik especialmente difícil de conquistar. El interior y la terraza de la fortaleza se utilizan hoy en día como escenario y sala de conciertos. Desde Porporela también se ve la agradable isla de Lokrum, muy cerca, que os recomendamos visitar en excursión de medio o un día.

Para finalizar, como hemos mencionado al inicio, los habitantes de Dubrovnik son simpáticos y hospitalarios. Nosotros tuvimos muy buena experiencia alojándonos en el Peric Rooms Dubrovnik. Es una ciudad muy fácil para visitar. Además, hay mucha oferta de excursiones de un día en barco a las islas y playas vecinas. ¡Es un destino asegurado!