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Gastronomías del mundo: Túnez

Túnez es un pequeño país lleno de atractivos. Tranquilos y hospitalarios, los tunecinos han demostrado a lo largo de la historia que tienen un carácter fuerte y pacífico, que les ha permitido mantenerse abiertos al mundo a pesar de las adversidades.

País emocionante y subestimado, ofrece distintas culturas e increíbles contrastes paisajísticos que pueden explorarse en pocos días. Al norte destaca la costa mediterránea, con sus playas y plantaciones de olivos y cítricos. Aromas de jazmín y té a la menta acompañan suculentos platos de pescado fresco. Al sur, las arenas siempre mágicas del Sáhara se extienden profundamente hacia el interior de África y se conservan las tradiciones y costumbres de los beréberes.

Siendo un país tan rico en contrastes, Túnez posee una excelente gastronomía. Cuando lo visites, no puedes perderte los siguientes 5 platos:

1. Cuscús tunecino
Porque cada país del Magreb tiene su propio estilo para preparar el cuscús no debes perderte el plato estrella de Túnez.

2. Ensalada tunecina (mechuiya)
Fresca y totalmente mediterránea, es el acompañamiento ideal para cualquier plato.

3. Harissa
Condimento picante por excelencia del país. Los tunecinos se sienten tan orgullosos de su pasta picante de pimiento que se atreven a tomarla con cualquier comida. Si pides un bocadillo acuérdate de insistir en que te pongan poco picante!

4. Brick
Especie de empanadilla ligera de pasta fina y crujiente, lo sirven relleno de varios ingredientes pero siempre presente el huevo. Por supuesto hay que comerlo con la mano, es todo un reto terminarlo sin que se derrame ni una gota de la yema.

5. Ojja con merguez
Deliciosa forma de tomar la típica salchicha merguez en un guiso con verduras.

 

 

Inolvidable Taj Mahal

India es un país especial. De una manera u otra marca un antes y un después en la trayectoria de todo viajero. Lo he visitado en dos ocasiones y no me cansaré de volver. Son muchísimas las anécdotas y experiencias que periódicamente me vienen a la memoria. Algunas de ellas las plasmaré en la pantalla.

Diciembre 2014. Haciendo balance de sensaciones, segundo día en India, ambos nos dimos cuenta de que la evolución fue rápida y positiva. El día previo fue de pesadilla. Nos sentimos estafados por todo hindú que se nos acercó en Delhi. Fue toda una odisea pagar un precio justo por el primer taxi, que precisamente no nos dejó donde le pedimos. Parece que habían montado todos un complot para que no consiguiéramos un billete de tren para Agra. Nos mandaron a diferentes oficinas donde nos ofrecían todo tipo de transporte privado. Finalmente, conseguimos nuestros pasajes y nos relajamos en el tren.

Ya en Agra, supimos evitar a los estafadores y comenzamos a disfrutar del país. También está claro que todo se percibe mejor después de un sueño reparador, pueden ser las 8 horas mejor dormidas en mi vida. El hotel Sidharta es sencillo pero dormimos genial, a pesar de no haber sábanas suficientes para los dos y a pesar de los inesperados mosquitos invernales. No tan genial fue cuando descubrimos que el agua caliente allí difería poco de la fría.

Después de madrugar, terminamos desayunando de forma accidental pero placentera en el Joney’s Place, también en la zona del Taj. Típico lugar querido por las guías, la verdad es que nos ofrecieron un desayuno muy correcto en un espacio colorido y alegre; muy acertado.

Ya estábamos preparados para cumplir nuestra primera misión del viaje: deslumbrarnos (figurada y literalmente) con el maravilloso Taj Mahal. Faltan palabras para describirlo, creo que en este caso especial son más adecuadas las imágenes que las palabras.

Satisfechos, de vuelta en la estación de tren, no tuvimos «casi» problemas para conseguir nuestros billetes a Jaipur. Como disponíamos de 6 horas libres fue fácil decidir que más visitar en Agra, el contiguo fuerte.

Comimos en la zona comercial del Bazar Sadar ricas y picantes especialidades del sur para después conseguir fácilmente un rickshaw que nos llevara a la estación de tren. Ya cuando nos disponíamos a pagar al conductor, en la entrada, ocurrió algo que probablemente no olvidaremos jamás. Nosotros que ya nos estábamos acostumbrando al caótico y temerario tráfico de los hindús, no estábamos ni estaremos nunca preparados para asimilar lo sucedido a continuación. Una moto y un rickshaw chocaron de forma accidental, muy suave, y en cuestión de segundos, vimos al motorista apuntar con un revólver al conductor del tuc-tuc. No escuchamos discusión ni gritos, simplemente siguió apuntándolo con el arma hasta la retirada y huída sumisa del vehículo. Pasividad absoluta entre los testigos, pagamos y entramos en la estación para emprender nuestro viaje a Jaipur.

 

De ostras por New York

Antes de nada, ¿te gustan las ostras?

Si tu respuesta es que sí, tienes que conocer la última moda, sobre todo porque es posible comerlas sin dejarte los ahorros en el intento.

Si tu respuesta es que no, dales otra oportunidad.

Esta primavera hicimos una escapada corta a New York. Visitamos lo típico, edificios, parques y teatros; recorrimos durante horas las calles de la Gran Manzana y disfrutamos al máximo de la ciudad que nunca duerme. Todo en esta ciudad debería medirse con otra escala, las calles, edificios, coches y raciones son enormes. Resulta una ciudad abierta, cosmopolita, rebosante de vida pero a la vez abrumadora en algunos momentos. Antes o después, hay que visitarla.

Tuvimos la suerte de reunirnos allí con neoyorquinos y nos dejamos guiar y sorprender por ellos. Fue un domingo por la mañana que nos propusieron acercarnos a Brooklyn para hacer brunch. Tomamos un ferry hacia Williamsburg y nos adentramos en las calles de este atractivo barrio. Repleto de locales de moda, galerías de arte, bohemios, artistas y modernos con poder adquisitivo es como mínimo un barrio interesante. Hay que decirlo, con mucho hipster y mucho postureo.

Nos dirigieron directos al Maison Premiere, un local acogedor que busca transportar al visitante a los años 50, a un oasis en la gran metrópoli con un personal simpático y amable. Lugar conocido por poseer la carta de absenta más amplia de New York, ofrece también una gran selección de cervezas y cocktails. Pero la especialidad de la casa y a por lo que fuimos nosotros fueron las ostras. Con una carta de más de 30 tipos de ostras diferentes, ordenadas por variedades y costa de origen, este lugar nos hizo las delicias aquella mañana, en todos los sentidos de la palabra. Lo mejor de todo fue, que acompañados por nuestros amigos, llegamos en horario de «Happy Hour» (sábados y domingos de 11h a 13h), por lo que tuvimos 2 horas para degustar diferentes tipos de este bivalvo por 1 euro cada uno aproximadamente.

La verdad que después de esta degustación, nos dimos cuenta de que el tema de las ostras es todo un mundo.

Hoy en día la mayoría se cultivan en criaderos, con lo que el precio resulta algo más asequible. Entre ellas se diferencian por la raza, la variedad, la técnica de cultivo y de maduración, la zona donde viven y de qué se alimentan, ya que el plancton que consumen les da diferente sabor. Existen 2 grandes tipos, las planas y las cóncavas, con diferentes subtipos entre ellas.

Las más valoradas son las Edulis o las planas, que son las tradicionales francesas y las que se encuentran también en las costas gallegas. Entre las planas, se encuentran asimismo las irlandesas de Galway, ideales para tomar con una buena cerveza negra o con una cerveza stout especialmente ideada para maridar con ostras.

La más extendida en Europa es la ostra japonesa o gigas que es cóncava. En América, también predominan las concávas, algunas de ellas exquisitas, como las canadienses Malpeque de Prince Edward Island o las «ostras de hielo» de New Brunswick, criadas en condiciones extremas. En la costa pacífica de Norteamérica destacan las de la bahía de Willapa, al norte de Oregón. Escasísimas son las Kumamoto, de origen japonés, que crecen hoy principalmente en California.

A la hora de degustarlas, se tienen en cuenta el calibre de la pieza (de 0 a 5), la textura, la carnosidad, la acuosidad y el sabor con todos sus matices. A veces se sirven acompañadas de salsas, licores o limón, pero como realmente se saborea y se disfruta este suculento marisco, es fresco y crudo, sin aderezo alguno. ¿Te apetecen?

Escenarios de película: Petra

Hace ilusión cuando viajas y te encuentras dentro de escenarios que han aparecido en películas que has visto. En este mundo interminable hay lugares muy especiales y de extraordinaria belleza, que inevitablemente no pasan desapercibidos tampoco para los cineastas. Vamos a hablar sobre Petra.

No se conoce en realidad cuando fue construida Petra pero fueron los árabes nabateos los que la convirtieron en capital de su imperio y la hicieron prosperar sobre el siglo I a.C. aprovechando su situación estratégica en el paso de caravanas de incienso, mirra y especias entre Arabia, Egipto, Siria y el sur del Mediterráneo.

Inscrita en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1985 y considerada una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno desde 2007, la ciudad rosa del desierto, fue dada a conocer en el mundo entero en 1989 gracias a la superproducción de Steven Spielberg «Indiana Jones y la última cruzada». Todos recordamos a Indy a caballo, acompañado por su padre cinematográfico Sean Connery adentrándose por el estrecho cañón de piedra, el Siq, hasta llegar a la explanada en la que se abre la impresionante fachada de El Tesoro, templo ficticio en el que ellos anhelan encontrar el valioso Santo Grial. Desde entonces, miles de turistas cada día, intentan emular a Harrison Ford, descubriendo con sus propios ojos la joya excavada en piedra de Jordania.

¿Sabías que en Petra se han rodado también «Queen of the desert», «Transformers: la venganza de los caídos», «El regreso de la momia» y «Samsara»; o que gran parte de la película de «Indiana Jones y la última cruzada» se rodó en Almería?

Pero volviendo a la época de los nabateos, 236km al sur de Amman la capital de Jordania, entre el Mar Rojo y el Mar Muerto, a 1000 metros sobre el mar aproximadamente, en un valle de la región montañosa de Edom, al este del valle de Arabah, las caravanas transportaban mercancías entre Asia y Europa. Petra fue posteriormente anexionada al imperio romano y continuó prosperando, hasta que sobre el siglo VI d.C., como consecuencia de cambios en las rutas comerciales y varios terremotos, los habitantes de Petra tuvieron que abandonar la ciudad y ésta fue olvidada, dejó de existir durante siglos excepto para unos pocos beduinos que se quedaron en el lugar, los Bedul.

En 1812 el arqueólogo suizo Johann Ludwig Burckhardt redescubrió este maravilloso lugar. Desde entonces, los trabajos de campo han ido sacando a la luz imponentes templos, tumbas, el teatro, las calles, mercados, canalizaciones de agua… que los turistas podemos visitar hoy en día.

Nosotros viajamos a Jordania en octubre, un par de semanas y reservamos tres días enteros únicamente para Petra. No nos arrepentimos para nada. Pudimos recorrer la ciudad arqueológica a nuestras anchas y disfrutar tranquilamente de los paisajes. Pero lo que realmente nos sorprendió y marcó en este viaje, fue conocer a varios beduinos locales, los Bedul. Ya hablaremos de ellos más adelante. Sólo deciros que los reconoceréis rápido cuando veáis a decenas de metros de altura una silueta encaramada sobre un monumento o niños solitarios descalzos entre las rocas.