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Apasionante Singapur

Singapur es una ciudad apasionante, todo un descubrimiento. Centro global de comercio, finanzas, transporte, tecnología… es una metrópolis ultramoderna que funciona totalmente alejada del caos. Es limpia, ordenada, con montones de paseos y espacios públicos, parques gigantescos y posibilidades infinitas para el ocio y el tiempo libre. Su población mayoritariamente china, habla inglés perfectamente y son abiertos, amables y educados.

Resulta interesante como esta pequeña isla-ciudad-estado (la única de estas características del mundo) se ha diferenciado tanto de sus países vecinos a nivel de desarrollo. Como siempre, hay que recurrir a la historia. Antiguamente ocupada por imperios locales, para variar y al igual que en Malasia el imperio británico la colonizó en el siglo XIX y fue Sir Stamford Raffles que fundó la moderna Singapur como centro comercial en 1819. Durante los años de ocupación británica, como en Malasia, tuvo lugar la llegada masiva de inmigrantes de otros lugares de Asia, principalmente de China, para trabajar en las plantaciones de caucho. Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses ocuparon Malasia y finalmente también, en una batalla atroz, cayó Singapur que era entonces la mayor base militar británica del sudeste asiático. Siguieron unos años de escasez, hambruna y abusos por parte de los japoneses pero con su rendición en 1945 Singapur volvió a manos de los británicos. Esta vez todo fue diferente. Los británicos habían perdido credibilidad tras su catastrófica derrota ante los japoneses, y en Singapur cada vez se oían más altas las voces que clamaban la independencia. En 1959 consiguieron el autogobierno y en 1963, por compartir intereses, se unieron a Malasia. Esta unión no duró mucho ya que ideológicamente y económicamente se encontraban muy alejados. En 1965 se declaró la República de Singapur. Desde entonces una política centrada básicamente en el progreso económico con una «democracia limitada» y una leyes y normas muy estrictas han hecho que este país se diferencie claramente de los de alrededor.

Tras todo esto se puede tener la idea de que Singapur es una gran ciudad que vive únicamente para hacer dinero, oprimida; pero esta creencia es totalmente errónea. Hemos descubierto una ciudad que en realidad es abierta, multicultural, verde, amante del arte y de la gastronomía y esencialmente hermosa.

Conocida también como la Ciudad Jardín, son innumerables los parques y espacios verdes. Hay tantos centros comerciales como parques. Nosotros no somos de centros comerciales pero merece la pena visitar la calle Orchard Road en la que se suceden inmensas edificaciones a cada cual más espectacular. Además, ante el mínimo agobio, muy cerca se encuentra uno de los tres jardines botánicos de Singapur.

El principal Jardín Botánico de Singapur es inmenso (63.7 hectáreas) y tan especial que es el único jardín tropical considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Está dividido en varias zonas con praderas, ríos, lagos y bosques en su interior. Quizás lo que más nos gustó fue el bosque pluvial pero también son increíbles el jardín de jengibre, el de plantas tóxicas, el de plantas medicinales, el de orquídeas, el de palmeras o el espacio para niños. Buena opción para pasar el día sin gastar un dólar en Singapur.

Otro jardín situado justo en el centro de la zona de negocios de la ciudad es el de Fort Canning con su jardín de especias.

El tercer jardín botánico y para nosotros el más impresionante es el de Gardens by the Bay. Es un gran complejo de jardines futuristas donde la imagen más emblemática son los superárboles. Estas estructuras de hasta 50 metros de alto son preciosos jardines verticales que cumplen varias funciones para el mantenimiento del parque. En una de ellas hay un restaurante y entre otras dos se puede pasear en las alturas a través de un puente que ofrece vistas panorámicas del entorno.

Muy cerca se encuentran los conservatorios. Arquitectónicamente impresionantes, estos dos gigantes invernaderos están diseñados para ser energéticamente eficientes y sostenibles. El Cloud Forest simula las condiciones de los bosques tropicales de montaña y el Flower Dome acoge 7 diferentes jardines de todo el mundo, entre ellos el japonés con un florecimiento del cerezo continuo.

En esta zona, en la desembocadura del río Singapur, es muy agradable pasear al anochecer ya que todo se ilumina y tanto locales como expats salen a relajarse o divertirse tras la jornada. Se puede ver el extraño animal-fuente que se ha convertido en icono de la ciudad, Merlion, mitad léon mitad pez. Presidiendo el lugar se encuentra Marina Bay Sands que simboliza un pez sobre tres torres; dentro hay casino, museo, hotel y tiendas.

Muy cerca, para ya más adentrada la noche, en el muelle de Clarke Quay, se puede salir de fiesta o mínimo tomarse un dulce Singapore Sling.

La ciudad no se acaba. Hacia el norte se encuentra Chinatown con sus mercados, comida callejera y templos. Entre ellos nos sorprendieron irónicamente el templo hinduísta de Sri Mariamman y el templo de estilo japonés Thian Hock Keng.

El barrio colonial con sus museos, Little India con su animación y Kampong Glam, el barrio musulmán, con sus mezquitas y sus cafés pero que curiosamente también alberga la zona hipster de la ciudad, Haji Lane.

Singapur es un destino que hay que visitar alguna vez en la vida. Eso sí, es carísimo, sobre todo el alojamiento. Nosotros nos alojamos en un agradable hostel tipo cápsulas, Dream Lodge,  donde no nos faltó de nada y el matrimonio que lo regenta nos ayudó en todo lo que necesitamos. Además, en el restaurante de la esquina disfrutamos comiendo unos de los miles de platos típicos de la ciudad, el cangrejo picante.

Kuala Lumpur: la metrópolis de Malasia

Si Malasia, como hemos dicho en post previos, se caracteriza por la mezcla de culturas, su capital Kuala Lumpur no es menos. Es una gran metrópolis asiática que integra a la perfección la más sofisticada modernidad con una diversidad cultural impresionante.

Hay que decir que no lo ponen fácil para los peatones ya que carreteras de seis carriles y pasos elevados entrecruzan la ciudad de un extremo al otro. Además, los pavimentos están bastante destrozados y muchas veces son inexistentes. Esto, junto con el trasporte público deficiente y el calor tropical sofocante, nos ha llevado a tomar Kuala Lumpur como punto de tregua turística y descanso.

De todos modos, en la semana larga que hemos estado en la ciudad, también hemos tenido tiempo para investigar y visitar los lugares más emblemáticos.

Nos hemos alojado en la zona del Triángulo de Oro, mediante airbnb, en un apartamento muy cómodo con todas las facilidades que hemos podido echar en falta lo que llevamos de viaje. Muy cerca, se alzan, imponentes, las Torres Petronas, símbolo indiscutible de la ciudad. Oficina central de la compañía nacional de gasolina y gas del mismo nombre, fue un arquitecto argentino el que diseñó estas torres gemelas revestidas de acero con abundantes referencias árabes. Hicimos la visita a la planta 86 de una de ellas (tienen 88 plantas) para admirar las vistas sobre la ciudad desde las alturas.

En la misma zona se encuentra la torre de telecomunicaciones Menara KL que es posible también subir (nosotros no lo hemos hecho), el recomendable aquarium y como no, incontables centros comerciales con el aire acondicionado a toda potencia.

El centro neurálgico de la ciudad es la plaza Merdeka, plaza donde se declaró la Independencia y se bajó la Union Flag para izar por primera vez la bandera de Malasia en 1957. Anteriormente era lugar de recreo de la alta sociedad británica pues constituía el campo de cricket del Selangor Club. Alrededor hay varios museos y edificios gubernamentales, entre ellos el más famoso el Edificio Sultán Abdul Samad; inspirado en la arquitectura mogol de la India, fue uno de los monumentos más importantes construido por los británicos en KL.

Desde aquí se extiende hacia el sur la caótica Chinatown, con su máximo esplendor en Petaling Street. Puestos de comida callejeros, restaurantes, mercados diurnos y nocturnos dan vida a este barrio vibrante. Muy cerca, se encuentra Little India con sus templos, su música, sus olores y sus colores.

En pocos minutos caminando el entorno vuelve a cambiar. Tan pronto te sorprendes con la antigua estación de tren KL, un bonito edificio colonial de inspiración morisca y mogol, como te topas con la gigantesca mezquita Masjid Negara. Centro de culto principal para los musulmanes malayos impresiona esta gran construcción inspirada en la Gran Mezquita de la Meca pero con curioso estilo moderno.

Subiendo la colina, se encuentran varios museos y atracciones como el planetarium, el Museo de Arte Islámico, el Museo Nacional, criadero de mariposas, jardines de orquídeas o hibiscos o el parque de aves que fue lo que nosotros visitamos. Todo esto en el entorno del inmenso parque Lake Gardens Park.

En busca de un poco más de naturaleza, lejos del asfalto, es muy recomendable la excursión a las Cuevas Batu. Están bien comunicadas en tren desde la estación central de KL, a 13 kilómetros de la ciudad. Una estatua dorada enorme de Muruga, dios hindú de la guerra, preside el entorno. Tras subir 272 escaleras amenizadas por los astutos monos se llega a su templo en el interior de una gran gruta, el Temple Cave. Aquí se celebra cada año en enero o febrero una fiesta hinduísta donde millones de peregrinos se perforan el cuerpo de las maneras más sádicas y desagradables, el Thaipusam.

Casi al final de las escaleras se encuentra la entrada a otra gran cueva, la Dark Cave. Merece la pena su visita. Es un espacio protegido ya que acoge a miles de murciélagos de dos especies diferentes, serpientes y la poco común araña Liphistius batuensis. Es obligatoria la visita guiada a lo largo de sus grutas y túneles.

Para terminar pero prácticamente lo mejor de la visita a Kuala Lumpur ha sido conocer a un grupo de locales que nos han enseñado los mejores platos y lugares de noche de KL.

 

Cameron Highlands, refugio del calor en Malasia

Nos hemos desviado un poco de la costa y del calor húmedo para conocer las frescas Tierras Altas de Malasia con sus plantaciones de té y bosques musgosos: las Cameron Highlands.

Hemos llegado en autobús desde Penang, recorriendo los primeros kilómetros sobre el mar a través de un larguísimo puente. Tras cinco horas aproximadamente de trayecto hemos ascendido hasta 1800 metros sobre el mar para alojarnos en el pueblo de Tanah Rata, principal municipio de las Camerons, al noroeste del estado de Pahang.

Es uno de los pocos lugares con clima tropical de montaña de Malasia. La temperatura media anual es de 18ºC con máximas que no superan los 25ºC y mínimas que no bajan de los 10ºC. A veces más a veces menos, llueve durante todo el año. Esto hace que resulte un destino muy interesante para el viajero que ha sudado a mares en la costa  y ha pasado noches en vela por el calor.

Unos 38.000 habitantes residen a lo largo de los 712 kilómetros cuadrados que ocupan la Highlands. Como es habitual en Malasia, su población la componen gente de todos las procedencias: bumiputras malayos, chinos, hindús, provenientes de otros países del sudeste asiático…

Irremediablemente y como su nombre indica, los orígenes de estas tierras tal y como las conocemos ahora también se remontan a la época de las colonizaciones. Fue un topógrafo británico, Sir William Cameron, el que en una de sus expediciones encontró estas colinas entre montañas, era el año 1885. Suscitaron interés entre sus compatriotas y en 1925 se creó una estación experimental de agricultura para confirmar que era lugar idóneo para el cultivo de cinchona, té, café, frutas y vegetales. Comenzó entonces el gran desarrollo agrario y de infraestructuras que únicamente fue interrumpido por la Ocupación Japonesa durante la Segunda Guerra Mundial (1942-1945) y durante la Emergencia Malaya (1948-1960). Hoy en día las Camerons constituyen la estación de montaña más grande y popular de toda Malasia y el punto más alto accesible en coche de la Malasia Peninsular.

Las Cameron Highlands son tierras de té. Uno de los atractivos turísticos principales es visitar las plantaciones. Nosotros fuimos a las del té Boh que es el más consumido en Malasia. También se puede visitar de forma gratuita la fábrica y exposiciones y si se quiere, comprar o degustar té allí mismo.

El otro indispensable es el Bosque Musgoso del monte Brinchang. Se necesitan unas condiciones muy especiales de altura (entre 1800 y 2200 metros) y clima para que entre las nubes, se desarrolle un bosque musgoso de estas características. Árboles bajos cubiertos por musgo, árboles de jengibre, bálsamo de tigre o plataneros, citronela u orquídeas salvajes conforman un ecosistema particular en las Cameron Highlands. Accesible en 4×4 lo habitual es contratar el transporte y guía en una agencia. Nosotros lo hicimos con Eco Cameron (están en Tanah Rata) y fue todo genial.

Además de esto, las Cameron y su clima son ideales para el cultivo de diferentes plantas con lo que es posible visitar los viveros de fresas, de lavanda, rosas, verduras… Nosotros fuimos al criadero de mariposas.

Para los viajeros amantes de la montaña y que dispongan de varios días, hay varias rutas de senderismo por la jungla que parecen muy interesantes.

No podemos acabar sin mencionar las especialidades culinarias locales. No teníamos muchas pretensiones de comer especialmente bien en este lugar pero hemos descubierto nuevos platos y sabores deliciosos. Hemos comido sobre hoja de bananero y disfrutado con el Steamboat. Este plato originario de Mongolia consiste en una cazuela con varias sopas diferentes donde uno mismo se cocina al fuego en la misma mesa los ingredientes; carne, pescado, setas, verduras, tofu, marisco, huevo y por último los gustosos fideos. Acabamos saciadísimos, contentos y como siempre por muy poco dinero.

George Town, la ciudad de las culturas

Imaginaos una ciudad colonial inglesa, China, India, Malasia, una isla tropical y street art en las paredes, todo mezclado en el mismo lugar. El resultado es George Town, una ciudad que teníamos ganas de conocer y que no ha dejado de sorprendernos. Hemos visitado anteriormente otros lugares con mix de culturas, de hecho nos encantan, pero en George Town el ambiente que se respira es único.

Se encuentra al noroeste de la isla de Penang, en el estrecho de Malaca. Nosotros desde Langkawi tomamos rumbo al sur en ferry y llegamos en tres horas.

George Town, Penang, Malasia

Lo que hace tan especial a George Town es resultado directo de su evolución histórica. Su cultura, forjada durante décadas de colonialismo, comercio y turismo, es una de las más tolerantes, cosmopolitas y fascinantes de Malasia. A nivel gastronómico, es considerada nada menos que la capital culinaria del país. Nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, sus impresionantes edificios están estilosamente reformados y reconvertidos en tiendas, cafeterías, restaurantes y pequeños hoteles, todos con un cuidado estilo vintage. Además, en los últimos años, el street art ha adornado sus paredes. Fuera del casco histórico, se elevan imponentes rascacielos y enormes centros comerciales.

Poco se sabe de los orígenes de Penang aparte de que estaba habitada por unos 1000 pescadores malayos. Fue a partir de 1786, cuando el capitán Francis Light tomó posesión de la isla en nombre de la Compañia Británica de las Indias Orientales, que ocurrieron todos los cambios. Para ellos era un lugar estratégico para controlar las rutas comerciales entre la China continental y el subcontinente indio además de como base para reparar los barcos británicos. Tras difíciles negociaciones con el sultán de Kedah, los británicos tomaron la isla a cambio de asegurarle protección contra los siameses (cosa que no se cumplió pero eso ya es otra historia). Los emigrantes tenían derecho a disponer de la tierra que fueran ocupando y junto con el puerto libre de tasas, se garantizó que fueran llegando colonos de todas las partes de Asia, sobre todo de China e India. No fue tarea fácil debido a la escasez de agua y las epidemias de malaria, pero poco a poco Penang (entonces conocida como Isla  del Príncipe de Gales) fue prosperando. Continuaron unos años peligrosos en los que sociedades secretas chinas manejaron el comercio del opio en la zona. Los clanes chinos siempre han ejercido un poder importante en la isla. Siete meses antes de la independencia de Malasia en 1957, se le dio a George Town la categoría de ciudad. Continuó durante los años 60 un importante desarrollo económico gracias a la condición de «libre de tasas» pero en los años 80 este privilegio pasó a ser para Langkawi. Hoy en día, el turismo es básico en la economía de Penang por lo  que las autoridades y también los habitantes de la isla invierten gran esfuerzo en preservar el patrimonio tradicional de George Town.

Todas estas culturas se entremezclan y conviven hoy pacíficamente en las calles de George Town. En una misma vía se suceden templos chinos, hinduístas, mezquitas y alguna que otra iglesia. Mientras paseas por Little India puedes escuchar como el almuecín con la llamada a la oración interrumpe las alegres canciones de Bollywood. Los fieles musulmanes se dirigen puntualmente a la mezquita entre los cientos de puestos de comida china callejeros. Las mujeres hindús compran telas de colores y doradas joyas mientras los turistas fotografiamos el street art. Puedes desayunar típica comida malaya, comer pollo tandoori, cenar dim sum y noodles y entre horas picar algún dulce hindú, satai o beber frescos zumos de frutas tropicales. George Town es difícil de mostrar con imágenes, es una ciudad que se vive y que se recuerda por los momentos.

La cocina malaya es compleja y apasionante y George Town se considera capital gastronómica del país. Es por esto que resulta inevitable querer comer y probar a todas horas en esta ciudad. El estilo culinario de la cocina malaya es una mezcla de las tradiciones de sus habitantes malayos, chinos, hindús, indonesios e indígenas de Borneo con influencias de las cocinas tailandesa, portuguesa, alemana e inglesa. Son ingredientes básicos el chilli, el belacan, el coco, la salsa de soja, citronela, tofu, marisco, tamarindo… y por supuesto el arroz. Cabe destacar la cocina típica Nyonya o Peranakan. Los Peranakan son los descendientes de los comerciantes chinos que se asentaron en Penang hace más de 400 años y se casaron con las mujeres locales (nyonyas). Durante estos 400 años crearon una cultura propia y con ella su propia cocina que hibrida la china con la malaya e indonesia. Habitualmente la cocina nyonya es muy picante y cada receta incluye una variedad enorme de hierbas, especias, chiles con una elaboración muy compleja y largas cocciones.

Un plato típico imprescindible es el Asam Laksa y una bebida, el nutmeg (zumo de nuez moscada).

En el año 2012 la ciudad se hizo aún más hermosa gracias al trabajo del artista lituano Ernest Zacharevic. Pintó varias obras en diferentes puntos del casco antiguo para el Festival de la Cultura de ese año y con ellas logró reconocimiento mundial. Otros artistas se han sumado después a crear arte en las paredes de esta fascinante ciudad.